Horarios imposibles, días o semanas enteras sin ver a padres, hermanos, amigos, y a duras penas, encontrar un rato para charlar con la pareja o los hijos. Aficiones personales relegadas por el trabajo y citas aplazadas, mala alimentación, pandemia, etc. El estilo de vida imperante exige demasiado y en áreas diversas: familiar, laboral, de pareja, social.

Esta situación a veces nos obliga a dejarnos de lado individualmente, buscamos huir de la realidad; dejamos de entrenar, empezamos a comer comida chatarra sin límites, no dormimos lo suficiente, entre otras acciones que van debilitando nuestra calidad de vida, dejándose ganar por el sedentarismo y el poco ánimo.

Te recordamos que en medio de todo el ruido está bien frenar, parar un poquito, tomar conciencia del presente. Un ritmo de vida acelerado puede pasar factura y provocar ansiedad, depresión o trastornos psicológicos en los casos más graves. Cuidate!

Una vez que frenamos y podemos ver el panorama completo del lugar donde nos encontramos en la actualidad, si es necesario debemos cambiar nuestro estilo de vida para así mejorar nuestra calidad de vida.

Comenzando por los pequeños detalles, como por ejemplo, en este caso, optando por consumir un jugo puro natural que aporte beneficios a la salud, en lugar de comer algo procesado o que no aporte los nutrientes suficientes al organismo.

Cuando paramos y tomamos conciencia podemos empezar a aplicar los buenos hábitos que mejoren nuestra calidad de vida (correcta alimentación, ejercicio físico, establecer límites sanos, disfrutar del tiempo con la familia, amigos, dormir el tiempo necesario, permitirse tiempo de ocio, descansar, meditar, etc.).

Volver a empezar.

Con esto, confirmamos que esta situación siempre es un ciclo, es por eso que una vida sana y limitada es un estilo de vida que uno debe permitirse llevar, y por sobre todo es una decisión personal.

Siempre hay tiempo para volver a hacer bien las cosas, mejorar el estilo de vida que llevamos depende única y exclusivamente de cada uno de nosotros.

Si hay algo que aprendimos en pandemia es que nuestra vida y la de nuestros seres queridos es lo más valioso que tenemos.

Nunca es tarde, y cada uno corre a su tiempo. Con valentía, debemos atrevernos a pulsar el botón Reset de nuestra vida.